EXPERIENCIAS HUMANAS

Las olas. Un mar reflectante de la intensa luz del sol, color cristalino. Su agua tibia cuenta con imperfecciones: las olas. El viento las levanta, como la vida del ser humano, se ierguen, alcanzan un punto máximo, que si bien es cierto, dura poco. De repente, comienzan a decrecer, impulsadas de nuevo por el viento, se retuercen. Cuando ven que el final está próximo, llega su momento. La espuma, las burbujas.
Puede ser que la vida y el amor corran la misma suerte, ambos se asemejen a la historia de una ola. Corta, sí; pero embriagada de pasión, difícil y cargada de fuerza.

"Sentir el destino como un sueño es dejarse llevar por los momentos así como una pluma en el viento, seguir el rumbo de las olas del mar es entregar el cuerpo a la arena" - Anónimo.

sábado, 22 de enero de 2011

Kimberly

Una tarde fría de invierno. Está nevando en la sierra de Gayipato. Se levanta, de pronto, Kimberly. Se fuma un cigarro Camel. Se lo lleva a la boca, da una calada extensa. Expulsa el humo. Llevaba mirando en aquel frío banco, como pasaban las mujeres hora a hora. Pero ya ha visto a su objetivo, por eso se ha levantado. Mira de un lado a otro. Da otra calada. Tiene claro lo que quiere. Sigue nevando, un copo, otro. Comienza a avanzar, la sigue, es ella. Lleva esperandola mucho tiempo, quizá demasiado, pero ahí está ella.
Vestida con una falda y unos leggins, quizá lleve dos pares, hace frío. Pero no la importa, sabe que le pone a Kimberly. Para ella, Kimberly es un pobre desgraciado que se pasa horas y horas en ese banco, llueva, haga sol o nieve. Pero Kimberly tiene algo que la atrae. Además, la mira el culo siempre que pasa. Kimberly cuando esto ocurre, emite un "Aiaaaaaaeah, ¡la virgen!" y prosigue con su fumeteo hasta que ella se va.
De repente, la aguarda. La coge por la espalda. No la da tiempo a reaccionar, tan pronto como vuelve a abrir los ojos, Kimberly la está besando. Nota como baja sus manos hacia el culo, la aprieta, fuerte, fuerte. ¡Virgen santa, le va a sacar el culo! Pero ahí sigue. Además besa bien, se deja. Llega por detrás Kuki, le mete un patadón en la cara a Kimberly, que sangra en el suelo. Le ha partido la nariz de un solo batacazo. Kuki coge en brazos a la chica.
No temas, hoy, haremos una orgía tú, yo y Kashimiro – dice Kuki extendiendo una amplia sonrisa.
Pero... Pero ¡animal bájame! Además... Kimberly me gustaba.
¿Te ponía? - pregunta Kuki.
Estaba más húmeda que una tortuga en una pecera.
Eres una putísima, ¿no?
Sí, soy una putísima. Bueno... yo me he enterado de lo que tú has hecho con blancanieves, ¿no debería darme miedo estar así contigo? - cuestiona preocupada.
No... a Blancanieves sólo la di rollo del bueno – responde Kuki, señalando su pene.
Bien bien. Te dejo mi chocho unos días, ¿le quieres?
¡Ma cawen la ostia! Dámele ya por favor – Kuki saca el pene y coge el chocho con cuidado. Qué guarra, piensa para sí. Comienza a darle.
Grr – expresa la chica. Su respiración es cada vez más fuerte. Kuki le pone mucho.
Llega Kasimiro. Le da también un poquito - ¿Nos dejas otro agujero putísima? - pregunta Kasimiro.
Pero... ¿tú no estabas muerto? - dice extrañada ella – Creía que se había inventado Kuki lo de la orgía. Toma mi culito.
Sí, sí. Pero, no pasa nada. Tú... ya sabes dale a lo necrófago.
¿Y... cómo hablas si estás muerto?
Los chochos nos reviven – dicen Kuki y Kasimiro a la vez. Detrás de ellos, Kimberly, atraído por el olor del chochete, se levanta, revivido. Se enciende un cigarro. Le da unas caladas.
Dios sabe por qué, pero Kimberly llevaba el muy hijo puta una katana en los pantalones. No se la imaginen, sería muy gay imaginarlo. Les da un pollazo a Kuki y a Kasimiro ¡Les ha matado de un pollazo! Bueno... el día que vuelvan a ver un chocho revivirán. Kimberly, mientras tanto, va guardando su katana a nuevas experiencias, esa guarra, por lo visto, era una putísima.
XDDDDDD(69)

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