EXPERIENCIAS HUMANAS

Las olas. Un mar reflectante de la intensa luz del sol, color cristalino. Su agua tibia cuenta con imperfecciones: las olas. El viento las levanta, como la vida del ser humano, se ierguen, alcanzan un punto máximo, que si bien es cierto, dura poco. De repente, comienzan a decrecer, impulsadas de nuevo por el viento, se retuercen. Cuando ven que el final está próximo, llega su momento. La espuma, las burbujas.
Puede ser que la vida y el amor corran la misma suerte, ambos se asemejen a la historia de una ola. Corta, sí; pero embriagada de pasión, difícil y cargada de fuerza.

"Sentir el destino como un sueño es dejarse llevar por los momentos así como una pluma en el viento, seguir el rumbo de las olas del mar es entregar el cuerpo a la arena" - Anónimo.

jueves, 27 de enero de 2011

La incógnita Rigobertyana - By Kuki

En el pueblo Luna se había despertado, había leído la nota, se había echado a llorar muy apenada por la marcha de Kasimiro, pensó en irse a por él, pero rápidamente rectificó, se dio cuenta de que no era el momento de salir tras él, había que esperar a ver lo que ocurría, o si Kasimiro llamaba, o cualquier cosa. Luna estaba tan triste porque desde que murieron sus papas ella ha estado sola, y justo ahora que conocía a Kasimiro era en estas condiciones, pero Luna por dentro confiaba en la suerte.
En aquel callejón las cosas se sucedían de otra manera, Rigobertín y Kasimiro comenzaron una discusión:
“¿Por qué le has hecho eso a mi madre?”, preguntó Kasimiro.
“Yo no he hecho nada a tu madre, ni siquiera se quién es”, respondió Rigobertín
“! Como que no!, la reventaste su movida y después me llamaste por teléfono”, añadió Kasimiro
“¿De qué me estás hablando Kasimiro?”, preguntaba extrañado Rigobertín

Parecía que Rigobertín decía la verdad y Kasimiro no entendía nada, se empezó a poner nervioso y dijo, “!pero bueno, que coño me estas contando!, tú me sacaste del ataúd, me metiste un papel en el bolsillo con tu nombre, reventaste a las chicas de mi ciudad y me dejaste tirado en este callejón, además entraste a mi casa, se la liaste a mi madre y me llamaste por teléfono, y ¿ahora me dices que no has hecho nada?”, Kasimiro ya estaba muy enfadado, casi tanto como cuando Lance le eliminó de la liga Pokemon con su Dragonite.
“Pues sí Kasimiro, yo no he hecho nada de eso, ni te saqué, ni le he hecho nada a tu madre ni he matado a nadie, eso sí, el rastro de chochos de las chiquillas de tu ciudad, eso sí, eso sí fui yo, pero no he matado a ninguna”, le decía Rigobertín de manera muy convincente.
Pasaron unos cinco minutos de silencio cuando Rigobertín se dirigió a Kasimiro y le dijo, “Kasimiro, yo sé quien ha hecho todo eso, es un tipo llamado Gengar”, y Kasimiro le miró y le dijo, “¿Qué pasa que ya estas inventándote nombrecitos o que pasa?”, y Rigobertín respondió, “sí, en realidad se llama Gastín”. Kasimiro ya no entendía absolutamente nada, vaya lío tenía en la cabeza. Sin dar explicaciones a Rigobertín le tiró un papelito con el número de su móvil y le dijo, “Rigobertín, llámame”. Kasimiro se marchó.
Kasimiro cogió el coche rápido al pueblo de Luna, llegó, se cayó al suelo al bajar del coche, se hizo una herida en la frente, pero rápido se dirigió a la puerta de Luna, llamó, Luna abrió la puerta en sujetador y bragas y dijo, “Kasimiro, dios mío, que ilusión, has vuelto, perdóname por salir así a abrir, es que me has pillado haciendo la comida”, y Kasimiro respondió, “no te preocupes, ha sido culpa mía por venir sin avisar”, y Luna le añadió, “pero oye, ¿qué te ha pasado en la frente? ¿y que ha pasado con tu madre?”, y Kasimiro respondió, “lo de la frente ha sido porque me he tropezado con un geodude al salir del coche, y lo de mi madre ahora te contaré”.
Estaban los dos con la ropa puesta sentados en el sofá y Kasimiro le contó toda la historia a Luna, la cual se quedó sorprendida de que Kasimiro se hubiese conocido con Rigobertín, y de que Rigobertín no sea el de los asesinatos. Luna y Kasimiro se pusieron a descansar un poco.

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