EXPERIENCIAS HUMANAS

Las olas. Un mar reflectante de la intensa luz del sol, color cristalino. Su agua tibia cuenta con imperfecciones: las olas. El viento las levanta, como la vida del ser humano, se ierguen, alcanzan un punto máximo, que si bien es cierto, dura poco. De repente, comienzan a decrecer, impulsadas de nuevo por el viento, se retuercen. Cuando ven que el final está próximo, llega su momento. La espuma, las burbujas.
Puede ser que la vida y el amor corran la misma suerte, ambos se asemejen a la historia de una ola. Corta, sí; pero embriagada de pasión, difícil y cargada de fuerza.

"Sentir el destino como un sueño es dejarse llevar por los momentos así como una pluma en el viento, seguir el rumbo de las olas del mar es entregar el cuerpo a la arena" - Anónimo.

miércoles, 26 de enero de 2011

Todo.

Y de nuevo te agachas, ¿habrá pasado el peligro? Te escondes, y ciertamente, piensas que ya nada tiene solución, nada va a volver a ser igual que antes. Es verdad, pero... todo cambia cuando las horas dejan de ser grises y negras, cuando te das cuenta de que es mejor que nada vuelva a ser como antaño. Si una flor deja que el viento se lleve su polen, será por algo, es mejor que no persigas lo imposible y, si se hace con otro, que así sea. Pero de repente, y solo de repente, ves a otra flor. Tal cual, pura, bonita, preciosa toda ella. Y olvidas el pasado de un plumazo. Te acercas, la hueles, y entierras el pasado. Le entierras con un pico y una pala, para que no vuelva a salir. Te darás cuenta de que tenías miedo de que el pasado resurgiera, sí, el pasado siempre tiende a manar de nuevo de nuestros propios sentimientos ¿cúal es la diferencia entonces? Que el presente sea mejor, mucho mejor, que incluso una sonrisa perdure en sueños; que pienses que si pierdes esa sonrisa, ya no habrá un nuevo renacer. Será imposible. Y será imposible porque la quieres de verdad. Y entonces miras de nuevo al suelo, donde enterraste todo, y no notas nada, ni pena, ni satisfacción. Sientes que perdiste el tiempo, pero que, si fueramos correctos, le empleaste bien; era el destino. El camino que te llevase a perder la ceguera en la que estabas. Y... te digo una cosa, cuando pierdes la ceguera, y tienes ganas de experimentar algo nuevo, lo haces. Te dejas llevar. Y así van a estar, perdidos el uno por el otro, como dos olas en el mar que fluctúen siempre, paso tras paso, monticulo tras monticulo, flotando en la superficie del mar. Viendo todo lo que hay por debajo, observando el cielo juntos y dejando que el aire fluya entre ambos. Pero sobretodo, viendo lo que está por debajo. Ellos reflejan, como un espejo en el que incide la luz, el verdadero sentimiento, que no acaba, como cuando un suspiro genera pasión, o como cuando una mirada hace que cualquier parte del mundo se entusiasme o se derrumbe. Todo es, por así decirlo, diferente, según la ola a la que hayas sido destinado, según el mar en el que flotes y, según el rumbo en que navegues. Pero ten segura una cosa, esa persona con la que surques el mundo, será todo, por minúscula que sea en comparación con el mundo. Porque para tí, es eso, Todo, y hay cosas que enormecen incluso lo más pequeño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario